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Complejo megalítico 'Belalcázar I'

Hallado por miembros de nuestra Asociación un extenso e importante complejo megalítico en #Belalcázar (Córdoba) compuesto por al menos 10 dólmenes, 2 chrómlechs, 2 túmulos y 1 menhir, cuya posible datación puede situarse entre el Neolítico final y el Calcolítico (3500 a.C. - 2200 a.C).



Con la presente publicación, pretendemos poner en conocimiento de la comunidad científica y del público en general el descubrimiento realizado por miembros de nuestra Asociación #Turdulia de un conjunto megalítico del que no existía referencia bibliográfica alguna hasta la fecha. Consideramos que se trata de un hallazgo de especial interés arqueológico por la gran extensión de terreno que ocupa y por el importante número de estructuras megalíticas de origen prehistórico que reúne, algunas de ellas en excelente estado de conservación.


Menhir y dolmen situado en la zona principal del conjunto megalítico

COMPLEJO MEGALÍTICO “BELALCÁZAR I”


El complejo megalítico “Belalcázar I” (al que de momento denominaremos así al no poder dar más detalles sobre su localización –con tal de preservar su conservación y no interferir en su posterior estudio–), está compuesto por un conjunto de al menos 10 dólmenes, 2 chrómlechs, 2 túmulos y 1 menhir, así como por gran cantidad de restos de mampostería esparcidos por todo el entorno que, dada su extensión, hacen sospechar de un asentamiento sólido y continuado en el tiempo. Probablemente podamos situarlo temporalmente entre el Neolítico final y el Calcolítico (3500 a.C. – 2200 a.C.).


Geográficamente, el área donde se hallan los restos megalíticos se sitúa dentro de la penillanura de Los Pedroches, en las estribaciones de Sierra Morena y dentro del término municipal de #Belalcázar (Córdoba). La morfología de la zona viene definida por la presencia de colinas suaves, redondeadas y con abundantes afloramientos graníticos y pizarrosos, lo que permite un fácil acceso a materiales de construcción. Hidrográficamente, este terreno se asienta en la cuenca del Guadiana, siendo bañado por uno de los arroyos que vierte sus aguas en el río Zújar, el afluente más caudaloso de la margen derecha del Guadiana. Pese a su acusado régimen estacional –con veranos secos y calurosos e inviernos suaves pero más lluviosos–, su cercanía a los mismos le asegura el suficiente suministro de agua durante la mayor parte del año, así como lo convierte en lugar propicio para la caza, el pastoreo y la siembra. La vegetación actual en esta zona es escasa dada la fuerte presión de la cabaña ganadera existente que impide su proliferación, encontrándose caracterizada primordialmente por el bajo matorral, aunque reducido este a la mínima expresión en el área de nuestro interés.


Cronología

La extensión del yacimiento hace sospechar de un asentamiento sólido y continuado en el tiempo que probablemente podamos situar temporalmente entre el Neolítico final y el Calcolítico (3500 a.C. - 2200 a.C.).

En lo que respecta a las vías de comunicación, esta zona se encuentra en un enclave privilegiado, caracterizado por ser uno de los pasos naturales entre la meseta y el sur de la Península Ibérica, lo que ha permitido en el transcurso de los tiempos el contacto entre pueblos y facilitado el comercio y el intercambio de costumbres. Así pues, nos hallamos en un lugar muy propicio para el asentamiento con un marcado carácter de raigambre.


Chrómlech delimitado por una doble fila de ortostatos perfectamente alineados

Centrándonos en el conjunto megalítico, este se encuentra localizado a lo largo y ancho de un pequeño monte, en cuyo cénit se yergue majestuoso e imponente un menhir de más de 2 metros que descansa junto a lo que parece otro similar en posición supina. De ellos salen a izquierda y derecha diferentes ortostatos de menor tamaño dispuestos en dos líneas paralelas que parecen responder a un esquema circular, y que conforman un gran chrómlech. Esta formación, sin duda, preside y domina el recinto, en lo que parece ser su lugar más solemne.


A continuación, unos metros más allá, pero manteniéndonos aún en la parte más elevada de la loma, encontramos en línea recta dos grandes dólmenes formados por ortostatos graníticos de diferentes tamaños, pero en cuya cabecera se encuentra uno de mucho mayor tamaño que destaca sobre los demás y que, a modo de menhir, delimita la cabecera de la cámara.


Primer plano de uno de los dólmenes principales del complejo y su cámara

Alejándonos de esta zona preferente hacia los laterales y cayendo por la ladera a cotas de inferior elevación, se suceden a lo ancho y largo de la loma gran cantidad de dólmenes, en diversos estados de conservación, rodeados por una importante cantidad de material lítico disgregado por el área, origen de otras posibles construcciones y/o dólmenes, en lo que bien parece constituir una especie de necrópolis jerarquizada cuyos miembros de mayor importancia reposaban en las zonas más elevadas y cercanas al menhir y el chrómlech situados en la cima.


Declaración BIC

Actualmente, el conjunto megalítico “Belalcázar I” se encuentra en proceso de solicitud para su declaración como Bien de Interés Cultural con categoría de “zona arqueológica”.

Continuando en la línea recta que delimitan las construcciones principales, y bajando a las cercanías del arroyo que circunda el recinto, nos encontramos con un gran chrómlech pirenaico de unos 23 metros de diámetro y 75 de circunferencia, muy bien delimitado por gran cantidad de litios de todos los tamaños y que descansa sobre una superficie plana en cuyo interior no se encuentra ningún signo de construcción ni sepultura aparente. Junto al mismo se ha encontrado una piedra de moler de gran tamaño, lo que demostraría el carácter agricultor de la población ahí asentada.


Visión interior del chrómlech

Nos encontramos, pues, ante un conjunto megalítico de primer orden dadas sus importantes dimensiones y el buen estado general de conservación que posee. Actualmente, el conjunto megalítico “Belalcázar I” se encuentra en proceso de solicitud para su declaración como Bien de Interés Cultural (con categoría de “zona arqueológica”, de resultar posible), para así asegurar su total protección y conservación.


Tal y como hemos comentado, se trata de una zona arqueológica aún sin catalogar y totalmente inexplorada, que ofrece un campo de trabajo extenso y bien conservado. Si lo hallado en superficie –y contemplable a simple vista– ya resulta de gran valor, aquello que se oculte bajo el sustrato puede atesorar un valor arqueológico incalculable. Por ello, desde nuestra Asociación, alentamos a las diferentes Administraciones e investigadores a actuar y obtener los permisos necesarios para realizar las prospecciones y estudios que consideren pertinentes en la zona, y que permitan descubrir el auténtico alcance del conjunto, situándolo entre los más relevantes de la provincia, como así entendemos que merece ser considerado.


Desde la Asociación Cultural de Historia y Arqueología Turdulia Belalcazarensis, seguiremos trabajando por conseguirlo y por poner en valor el gran patrimonio artístico e histórico de que disponemos en nuestra bella localidad.



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