Con la instalación de este importante elemento patrimonial, concluimos el proyecto de recuperación de los emblemas y cruces de término más significativos de la Villa histórica de Belalcázar, al que dimos comienzo hace 6 años.
El rollo jurisdiccional de la Villa de Belalcázar constituía el más alto símbolo del privilegio real concedido a la Villa, en virtud del cual esta gozaba de autonomía jurisdiccional, lo que le otorgaba la potestad de impartir justicia en los pleitos que surgieran en su territorio e incluso de dictar la pena capital.
Con la recuperación de este importante elemento patrimonial, desde la Asociación Cultural Turdulia consideramos completado uno de los proyectos de recuperación del patrimonio histórico-artístico local más ambiciosos y relevantes de cuantos nos hemos propuesto, a través del cual hemos logrado reconstruir un total de seis elementos patrimoniales únicos y distinguidos de la histórica Villa de Belalcázar, como son: el Rollo jurisdiccional de la Villa, la Picota y cuatro de las cruces de término desaparecidas más icónicas para la población.
Todos estos monumentos, en su conjunto, completan y engrandecen el patrimonio material de la población y nos permiten transmitir mejor a las nuevas generaciones la tradición histórica y los símbolos de la localidad, siendo todos ellos referentes durante siglos de historia de la idiosincrasia y las costumbres de un pueblo, y que a día de hoy se encontraban completamente desaparecidos.
Historia y origen del rollo de Belalcázar
Aunque no existe evidencia documental exacta de su instalación, su origen más que probable se situaría en torno al año 1444, momento en el que la Villa de Gahete –que transcurridos pocos años cambiaría su nombre al de Belalcázar– pasó a formar parte, junto a Hinojosa, del Señorío que el Rey Juan II otorgó a don Gutierre de Sotomayor. Al conceder este privilegio, el Rey apartó a ambas localidades de la jurisdicción de Córdoba para concedérselas a su nuevo señor, con la pretensión de favorecer así a su vasallo y debilitar a la ciudad cordobesa, que había tomado partido por los Infantes de Aragón, traicionando con ello la causa de la Corona.
Además de satisfacer las aspiraciones del maestre de Alcántara don Gutierre, entregándole villas y tierras cercanas a las posesiones de la Orden –lo que fortalecía a su vez al partido de su condestable don Álvaro de Luna–, con este astuto movimiento, el Rey Juan II zanjó un conflicto que comenzaba a tomar tintes de sublevación popular en Gahete, cuyos vecinos se habían revelado contra las injusticias y arbitrariedades que desde Córdoba, los diferentes regidores, venían tomando contra ellos en los últimos tiempos, torturándoles, usurpando sus tierras u obligándoles a sacrificar su ganado con el fin de favorecer a la aristocracia de la capital.
Su origen más que probable se situaría en torno al año 1444, momento en el que la Villa de Gahete pasó a formar parte, junto a Hinojosa, del Señorío que el Rey Juan II otorgó a don Gutierre de Sotomayor.
De esta forma, Belalcázar pasó a gozar del privilegio de tener una jurisdicción propia, lo que le permitía, entre otras cosas, establecer sus propias leyes y ajusticiar a sus reos, castigando incluso con la pena capital los delitos más graves cometidos en el municipio. Como signo de dicha concesión real, las villas agraciadas elevaban su categoría al rango de “señorío”, lo que se solía simbolizar con la solemne colocación de un rollo jurisdiccional, que ocupaba un lugar destacado en la entrada a la localidad, con objeto de simbolizar y avisar disuasoriamente al forastero del privilegio del que gozaba la Villa.
Compilación de materiales reciclados seleccionados para la construcción del rollo jurisdiccional de la Villa y proceso de creación artesanal del escudo que corona la estructura a manos del tallista local y miembro de nuestra asociación, Rafael López Monge. Fotografías: Asociación Cultural Turdulia.
Diferencias entre rollo y picota
Así, en Belalcázar debió instalarse en torno al citado año 1444 un rollo jurisdiccional. El rollo había aparecido en el s. XIV y consistía en una columna de piedra, más o menos labrada y acabada en punta o rematada con una cruz o cualquier adorno, colocada verticalmente en el suelo sobre un plinto escalonado y que solía localizarse en plazas o encrucijadas.
Dichos rollos solían acompañarse habitualmente de una picota –elemento inicialmente construido en madera y cuyo origen es varios siglos anterior a los rollos de piedra–, que era el instrumento ejecutor de las sentencias que se dictaban en base al poder jurisdiccional que representaban. Ambos elementos, no obstante, eran colocados debidamente alejados entre sí para no mancillar la solemnidad del rollo con el sentido estrictamente punitivo de la picota, la cual en ningún caso alcanzaba la categoría y dignidad que el primero representaba.
En el Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba, escrito por Rafael Ramírez de Arellano en 1904, se describe la existencia en Belalcázar de “Dos rollos para colgar en ellos los trozos de los ajusticiados: uno de ellos llamado por la gente ‘la cruz de los garabatos’ está completo […]. Se le llama de los garabatos por los cuatro garfios de hierro que aún conserva, dando idea de su triste destino”.
Sería algo insólito que en una misma población existiesen dos rollos, siendo más probable que se estuviese dando la habitual confusión entre ambos elementos, que bien debieron acabar por aglutinar en sí mismos ambas funciones: la de significar señorío y la de servir de patíbulo o lugar de condena.
Así, la conocida popularmente como Cruz de la Tercia, correspondería al otro rollo incompleto al que hace referencia Ramírez de Arellano, encontrándose situada justo a la entrada de la población por el mismo camino de Sevilla en el que se encontraba la Picota o Cruz de los Garabatos, pero en sentido diametralmente opuesto. Concretamente se hallaba en la margen izquierda del arroyo del Prado, frente al corralón de la Tercia, que permanece edificado al final de la calle Santa Rita, formando esquina con el arroyo.
Evolución constructiva del escudo de los Sotomayor que corona la estructura tallado por Rafael López Monge y colocado en honor al primer señor de Gahete, don Gutierre de Sotomayor. Fotografías: Asociación Cultural Turdulia.
Relación del rollo jurisdiccional de la Villa con el "corralón de la Tercia"
La ubicación del rollo se corresponde con el lugar donde hoy en día se celebra cada martes el mercadillo, lo cual resulta una gran curiosidad, puesto que los rollos suelen vincularse con las primeras manifestaciones de organización de la convivencia municipal, como eran precisamente los mercados, cuya celebración presidirían estos emblemas simbolizando la paz que el señor de la Villa garantizaba en el lugar, así como la lucha contra los especuladores y los practicantes de las malas artes del engaño en el uso de los pesos, medidas y transacciones comerciales.
Así, pues, desconocemos si el mercado podía celebrarse en el siglo XV en esta misma llanura junto al arroyo del Prado donde hoy en día se celebra, pero lo que sí conocemos es que el sobrenombre de Cruz de la Tercia se lo otorga el cercano “corralón de la Tercia”, el cual recibe este nombre porque, en tiempos, se utilizó para almacenar los productos en especie recaudados por el tributo de la Tercia –o tercera parte de los diezmos que correspondían a las principales autoridades locales–. Así, en dicho corralón se encargaban de cobrar los impuestos a los pobladores y viajantes (diezmos) y convertirlos en tercios (1/3 para el Rey, 1/3 para la Iglesia y 1/3 para el administrador local, que en el caso de Belalcázar correspondería al señor feudal).
El sobrenombre de Cruz de la Tercia se la otorga el cercano “corralón de la Tercia”, el cual recibe este nombre porque, en tiempos, se utilizó para almacenar los productos en especie recaudados por el tributo de la Tercia
Las Casas de la Tercia son una institución que aparece tras la Reconquista en los territorios de jurisdicción señorial y de dominio de las Órdenes religiosas. Su función principal era la de cumplir funciones administrativas y económicas, ya que en ellas se cobraban los impuestos –que en la época no eran en moneda sino en especie–, a los campesinos, comerciantes y viajeros que recorrían el camino a cuyos pies se situaban. Así, la Iglesia y los señores feudales que tenían jurisdicción sobre el territorio, cobraban una parte de la cosecha recogida, siendo estos edificios símbolos del poder de sus administradores.
Por ello, la ubicación de este edificio en la entrada a la población, junto al camino principal que la recorría y donde probablemente se celebrase también el mercado –tal y como hoy en día se mantiene– obtiene pleno sentido. La escena se completaría con la ubicación contigua del rollo jurisdiccional de la Villa, el cual otorgaría la solemnidad y autoridad suficientes para cumplir su función recaudadora y explicaría que, con el tiempo, acabase por conocerse dicho rollo como Cruz de la Tercia.
Inicio de los trabajos relacionados con la primera fase constructiva del monumento, donde se instaló el plinto escalonado, el sillar sobre el que se asienta la estructura y el primero de los tambores que forma la columna. Fotografías: Asociación Cultural Turdulia.
Desaparición y proyecto de recuperación
Es probable que el cambio de denominación –o incluso de fisonomía– del rollo lo obtuviese tras promulgar las Cortes de Cádiz el 26 de mayo de 1813 un Decreto que ordenaba “la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación”, lo que comportó la desaparición de muchos de los rollos y picotas existentes en el país, pero también que gran parte de ellos fueran reconvertidos en cruceros para evitar su destrucción, motivo por el que probablemente pudiese ser indultado de su destrucción en Belalcázar, pasando a ser conocido como Cruz de la Tercia.
En cualquier caso, su deterioro debía ser ya para entonces muy acuciado, puesto que, como hemos citado, de la descripción que hace Ramírez de Arellano se deduce que la estructura ya no estaba completa en 1904.
Como en los anteriores proyectos de recuperación completados por nuestra asociación, el trabajo realizado dio inicio con la imprescindible labor de investigación y documentación previa que nos permitiese recomponer de la forma más veraz –puesto que ya no quedaba reducto alguno de este elemento patrimonial– cómo pudo ser el rollo de la Villa de Belalcázar en origen para plantear así su reconstrucción. Fruto de dicha investigación conocemos que estos símbolos emblemáticos consistían en una columna cilíndrica de piedra, más o menos labrada y acabada en punta –o bien rematada con una cruz u otros adornos como podía ser un escudo con el cual remarcar el sello señorial de la Villa–, que era colocada verticalmente en el suelo sobre un plinto escalonado y que solía localizarse en plazas o encrucijadas situadas en la entrada principal de la población.
En muchos casos, los rollos acabaron haciendo las veces de picota, por lo que podría incluir también elementos de castigo penal, como garfios en los que colgar las cabezas y cuerpos de los ajusticiados por la autoridad civil, o cadenas con las que sujetar a los reos y delincuentes condenados a la pena de exhibición para su escarnio y vergüenza pública. No obstante, no parecería ser este el caso del rollo de Belalcázar, al tener evidencia de existir una picota debidamente separada del rollo y situada al otro extremo del mismo camino de Sevilla, la cual ya cubriría dichas funciones.
Secuencia constructiva del monumento con la colocación de los diversos tambores que forman la columna, del capitel con el orbe incrustado y del escudo de los Sotomayor, que preside y confiere solemnidad a la estructura. Fotografías: Asociación Cultural Turdulia.
Así, pues, hemos determinado a partir de nuestra investigación que las dos “cruces” que jalonaban el camino de Sevilla a uno y otro lado de la población eran semejantes entre sí, pero diferentes a las otras de Belalcázar; signo sin duda de su marcada relevancia histórica durante el transcurso de los siglos. Por ello, conociendo el esquema constructivo que pudo seguir el rollo y una vez determinada su ubicación exacta junto al corralón de la Tercia, desde nuestra asociación iniciamos los trabajos de diseño, búsqueda de materiales, confección y colocación de la misma.
Para la realización del rollo se ha hecho una escalinata de granito, sobre la que se asienta un gran sillar romano donado por Ángela Torrico Tejero, vecina del pueblo. En este mismo, apoyan seis tambores de columna de granito donados por la familia de Ricardo Gómez González, sobre los cuales va colocado un capitel en el que se incrusta el escudo de los Sotomayor, que corona la estructura, en honor al primer Señor de la Villa, don Gutierre de Sotomayor, alcanzando con ello la estructura un total de 4,7 metros de altura. En el capitel se ha insertado un orbe, emblema utilizado tradicionalmente por la familia condal y que representa la soberanía cristiana del poder que ejercía el señor feudal sobre la población.
Al igual que en los restantes elementos patrimoniales recuperados en dicho proyecto, todos los elementos constructivos principales han sido reciclados y reutilizados, consiguiendo así que las piezas que integran el rollo mantengan la pátina que el tiempo les ha dado, transmitiendo con ello mayor personalidad y conservando su integridad. Los únicos elementos de nueva construcción realizados ex profeso han sido el escudo de los Sotomayor y el orbe, realizados por el tallista de la localidad y también miembro de nuestra asociación, Rafael López. Para la realización de los mismos se ha utilizado una piedra de granito blanda semejante a la utilizada en la totalidad de los restantes escudos que se conservan en la población, con objeto que en poco tiempo adquieran el mismo color que el resto de piezas.
Para concluir, cabe destacar que, pese a que los rollos eran habituales en muchos pueblos de Castilla, resultan muy poco frecuentes en la actual región de Andalucía, por lo que su recuperación como emblema y elemento distintivo particular de la localidad toma, si cabe, mayor relevancia.
Finalización de los trabajos de recuperación del rollo jurisdiccional de la Villa, que esperamos se convierta en un nuevo emblema de la localidad. Fotografías: Asociación Cultural Turdulia.
Creación de la "Ruta histórica de los emblemas y cruces de la Villa de Belalcázar"
Con esta acción, consideramos haber contribuido también al desarrollo económico de la localidad, puesto que permitirá impulsar la creación de una 'Ruta histórica de los emblemas y cruces de la Villa de Belalcázar' que dote a la localidad de un nuevo reclamo turístico-cultural que haga aún más atractiva y sugerente su visita y que permita a su vez transmitir el origen y significado de cada uno de estos elementos arquitectónicos, los cuales deseamos que permanezcan integrados en la población como un símbolo más de su tradición histórica.
Esta, en definitiva, es la esencia del trabajo que desarrollamos desde nuestra asociación: la búsqueda, protección y divulgación de nuestras raíces como pueblo, ya que necesitamos conocer nuestro pasado, para entender nuestro presente y desarrollar nuestro futuro. Por ello, desde la Asociación Cultural Turdulia vehiculamos nuestro trabajo a través de la salvaguarda y la defensa del patrimonio cultural, natural y monumental de Belalcázar, con el objetivo de dejar un mejor legado a nuestros hijos e hijas y que estos puedan emplearlo como palanca para el desarrollo de nuestro municipio y la comarca, en pos de su prosperidad.
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