La Asociación Cultural Turdulia propone, en una nueva investigación con base genealógica y heráldica, la posible necesidad de reescribir el linaje fundacional de la familia condal de Belalcázar como resultado de los últimos estudios y documentos aparecidos.
El pasado mes de febrero publicamos en esta web una investigación donde desvelábamos la histórica incógnita de a qué familia perteneció el escudo que acompaña al de los Sotomayor y Zúñiga en la 'Sala de la Reina' del castillo de Belalcázar. Pues bien, con motivo de dicho artículo y gracias a la extraordinaria repercusión mediática que ha tenido –con varios reportajes en diarios (aquí, aquí y aquí), entrevistas en prensa escrita (aquí) y en radio (aquí y aquí)–, se ha despertado un inusitado interés en el tema que ha promovido la aparición de nuevas e interesantes investigaciones que aportan informaciones reveladoras que merecen nuestra atención y que nos han animado a continuar indagando.
Estudio sobre la policromía de los escudos de la 'Sala de la Reina'
Entre las citadas investigaciones destaca el artículo "La policromía en la heráldica pétrea en el interior de la Torre del Homenaje del castillo de Belalcázar (Córdoba)" (CASILLAS SÁNCHEZ, F. y RUIZ GUTIÉRREZ, M., 2022), donde se pone de manifiesto la existencia de restos cromáticos en los escudos de la conocida popularmente como 'Sala de la Reina' del castillo de Belalcázar. En especial en el escudo que genera mayores dudas acerca de a qué familia pertenecía; no cabiendo discusión sobre los otros dos, que a todas luces corresponden a los Sotomayor y los Zúñiga.
La reciente aparición de un estudio sobre la policromía de los escudos de la 'Sala de la Reina' del castillo de Belalcázar, junto con el análisis genealógico, heráldico y documental que hemos realizado, reafirmaría nuestra teoría de que el escudo que acompaña al de los Sotomayor y Zúñiga en dicho monumento es el de los Garcés de Aza y no el de los Fernández de Córdoba.
El estudio, realizado durante las obras de consolidación del castillo que tuvieron lugar durante los años 2018-2019, pero que no ha visto la luz hasta estas últimas semanas, indica que en dicho escudo aún pueden apreciarse pequeños restos cromáticos de la pintura original con la que fue decorado. Según revela el interesante documento publicado, dichos restos conservados serían de color dorado y gules (rojo en lenguaje heráldico), y se encontrarían situados en la misma disposición en la que están tradicionalmente los colores del escudo de los Fernández de Córdoba.
No obstante, como ya pusimos de manifiesto en nuestro referido artículo, este hecho, aislado del necesario análisis genealógico, heráldico y documental que le confiera su correspondiente contexto histórico, no supone evidencia suficiente como para poder determinar la atribución del escudo a uno u otro linaje. Por ello, intentaremos en el presente estudio adicionarle estos componentes para ver a qué conclusiones nos lleva.
Acerca de la controversia sobre el linaje de la madre de D. Alfonso de Sotomayor, I Conde de Belalcázar
La teoría de que el escudo corresponde a la familia Fernández de Córdoba se sigue sosteniendo en la supuesta identificación de doña Leonor de Guzmán y Córdoba, nieta del I Conde de Niebla, como madre de don Alfonso de Sotomayor, I Conde de Belalcázar. No obstante, tal y como ya demostramos en un artículo anterior, no existe referencia documental anterior a mediados del s. XVI que sitúe a esta dama como madre del Conde (1), y la única referencia existente sobre su persona la enlaza matrimonialmente con don Andrés González de Mesa (2), por lo que su identificación como madre del Conde no puede más que tratarse de un error. Error al que indujo su tataranieto Francisco I, V Conde de Belalcázar y III Duque de Béjar, cuando al idear su proyecto de mausoleo familiar –nunca completado– redactó el epitafio para dicha dama identificándola como Leonor de Guzmán y Córdoba, confundiendo con ello a algunos cronistas posteriores.
Por el contrario, para la identificación de doña Leonor Daza como madre del I Conde de Belalcázar disponemos de la prueba documental más fehaciente capaz de autentificarla como progenitora, que no es otra más que el certificado de legitimación de don Alfonso de Sotomayor como hijo de don Gutierre expedido por el rey Juan II el 4 de septiembre de 1437 en Medina del Campo –a petición del propio Maestre y apenas un año después del nacimiento de su hijo– (3).
En este documento se reconoce explícitamente a don Alfonso de Sotomayor como vástago de doña Leonor Daza. Y así lo es, sin posibilidad de discusión, a todos los efectos legales. Podrá especularse cuanto se desee acerca de quién pudo ser su madre carnal –un tema del todo banal y sin repercusión histórica–, pero no acerca de quién lo es legalmente. Y para zanjar la controversia, a continuación, y gracias a los trámites que nuestro socio Cándido Gómez Suárez ha realizado directamente con el Archivo Histórico de Osuna, publicamos por vez primera el original digitalizado de dicha provisión real, de forma que en adelante pueda ser consultado libremente por quien lo desee –para facilitar su comprensión, adjuntamos transcripción de las primeras líneas en la nota (4)–:
Linaje y escudo de los Garcés de Aza y entronque con la familia condal de Belalcázar
Despejada esta incógnita y aclarado que, con anterioridad a la obtención de la dignidad condal (ya que de otra forma los escudos alojados en el interior de la torre del homenaje incluirían la correspondiente corona –y no lo hacen–) no existió vínculo suficiente entre los Sotomayor y los Córdoba como para que el blasón de estos últimos se encuentre presente en el castillo de Belalcázar (leer nuestro anterior artículo ya referido), y conocida la relación de parentesco que unía a doña Leonor Daza con el propio Maestre don Gutierre (5), debemos centrarnos en que el susodicho escudo pueda corresponder a los Garcés de Aza (o Daza), linaje paterno de ambos.
Así, como bien apuntan los autores del citado estudio sobre la policromía de los escudos, conocemos que existe una evolución del emblema heráldico de los Garcés en el que este aparece con tres fajas de gules sobre campo de oro (6), es decir, idéntico al que podemos encontrar en la 'Sala de la Reina' del castillo de Belalcázar. Por ello, centraremos nuestro análisis en el estudio genealógico de los linajes, tratando de identificar el enlace que pudo tener la familia condal de Belalcázar con aquellas ramas de los Garcés portadoras del emblema heráldico con los colores dorado y gules.
Según indica CADENAS Y VICENT, F. en su libro "Heráldica patronímica española y sus patronímicos compuestos" (antes referenciado), dicho escudo se le atribuye a la familia apellidada Garcés de la Mota. El nombre de dicha familia encuentra su origen en quienes reconquistaron en el año 925 el castillo de la Mota (en el denominado Reino de Nájera) a los árabes, que lo mantenían como su principal bastión defensivo en la zona. Fue Sancho Garcés I, primer Rey de Pamplona (905-925) quien lo recuperó para los cristianos. Una de sus hijas, Sancha de Pamplona, se casó en terceras nupcias con el conde de Lara Fernán González, cuyo primogénito Gonzalo Fernández se convirtió en conde de Lara, Aza y la Bureva (7), llevándonos su línea sucesoria directa (ver extracto referente a la dinastía de los Aza (o Daza) del "Diccionario Histórico, Genealógico y Heráldico de las familias ilustres de la monarquía española (Tomo V)" (1860) de D. Luis Vilar y Pascual) hasta don Gil García de Aza, padre del Maestre don Gutierre, que como ya sabemos casó con doña Teresa de Sotomayor, tomando desde entonces sus descendientes este apellido y olvidando el de su varonía de Aza.
El estudio genealógico realizado nos determina la manifiesta relación que existió entre el linaje de los Garcés que acabó fundando casa solariega en Belalcázar y las ramas de los Garcés que tienen por emblema «en campo de oro, tres fajas de gules».
Asimismo, los Garcés de los Fayos también comparten colores dorado y gules en su heráldica, con la salvedad que la evolución de su escudo acabó por incorporar una "bordadura de gules, con ocho aspas de oro, y una segunda bordadura de plata, con este lema en letra de sable «Creedlo, que de infantes viene»". No obstante, según hemos podido averiguar en el estudio publicado por nuestra Asociación en "La vinculación de la familia condal de Belalcázar con los Garcés venidos de Ágreda", en su origen, las primitivas armas de dicha Casa fueron, «en campo de oro, tres fajas de gules», que son las que usa el obispo de Tlaxcala (Nueva España), Julián Garcés de los Fayos (8), tal y como podemos apreciar en el segundo cuartel de su escudo.
Esta Casa, vinculada al castillo de Fayos, fundó solar en la villa de Ágreda (Soria), donde está documentada su presencia al menos desde mediados del siglo XIV a través de la figura de don García Garcés de los Fayos (9), primo hermano de don Alfonso de Aragón "el Viejo". Lo mismo ocurre con la familia condal de Belalcázar, cuyo origen sitúan todas las crónicas históricas en Ágreda, identificando a don Gil Garcés, padre del Maestre don Gutierre de Sotomayor y abuelo paterno del I Conde, como un «hidalgo, de familia que desde Ágreda vino también a Raudona» (10) (aldea de Medinaceli, Soria). De esta forma, ambas Casas entroncan en la misma localidad de origen y en el mismo tiempo, bien pudiendo compartir los emblemas heráldicos originarios, a los que después, aquellos que permanecieron asentados en la villa de Ágreda, fueron incorporando las evoluciones del emblema anteriormente citadas.
Así, el estudio genealógico realizado nos determina la manifiesta relación que existió entre el linaje de los Garcés que acabó fundando casa solariega en Belalcázar y obteniendo la dignidad condal y las ramas de los Garcés que tienen por emblema «en campo de oro, tres fajas de gules».
Los indicios detectados nos llevan, pues, a pensar que el linaje fundacional de la familia condal de Belalcázar portaba el escudo fajeado en oro y gules por sus ascendentes Garcés de Aza, y que así lo dejó refrendado en las representaciones heráldicas existentes en la cámara principal y más privada del castillo de Belalcázar, donde fundaron su casa solariega. No obstante, ampliemos nuestro análisis al resto de territorios del Condado para detectar qué otros escudos podemos encontrar por él diseminados para obtener una mayor perspectiva en nuestro análisis.
Un viaje a los inicios del Señorío: Los escudos del castillo de Puebla de Alcocer (Badajoz)
El castillo de Puebla de Alcocer fue, junto con el de Belalcázar, el gran símbolo de poder que tuvieron los Sotomayor en el Condado de Belalcázar para afianzar su posición social y demostrar su fortaleza y potencia militar en el territorio que dominaban.
Fue el monarca Juan II quien otorgó al Maestre de la Orden de Alcántara don Gutierre de Sotomayor, por su primordial intervención en la defensa de Sevilla y la recuperación de las plazas de Córdoba, Carmona y Alcalá de Guadaira llevada a cabo en 1443, las mercedes necesarias sobre los territorios de Gahete e Hinojosa (1444) (11) y sobre Puebla de Alcocer junto con su vizcondado (1445) (12) para que el Maestre estableciese allí sus señoríos.
Fue así como don Gutierre de Sotomayor, principal instaurador del linaje condal de Belalcázar, tomó posesión en el año 1446 de Puebla de Alcocer y obtuvo licencia real para reparar y edificar el castillo existente (13), sabedor de la oposición que despertaría la ocupación de la villa. Tuvo, pues, premura en reconstruirlo y conseguir afianzar la plaza, para lo que, aprovechando su influencia como Maestre, proyectó además ese mismo año una alianza matrimonial con don Pedro de Zúñiga (o Stúñiga), conde de Plasencia, firmando capitulaciones para acordar el matrimonio entre la nieta de este, Elvira de Zúñiga, y su hijo primogénito, Alfonso de Sotomayor (14). De esta forma pretendía crear vínculos de parentesco con una de las familias más influyentes y poderosas del reino, con grandes intereses en la zona, asegurando tanto su protección como la posición social de su descendencia.
Gutierre de Sotomayor tomó posesión en el año 1446 de Puebla de Alcocer y obtuvo licencia real para reparar y edificar el castillo existente, sabedor de la oposición que despertaría la ocupación de la villa, por lo que tuvo premura en reconstruirlo.
El enlace tuvo lugar en 1450, entregando don Gutierre como regalo a su hijo el título de Señor de la Puebla de Alcocer y pasando la pareja a establecer su residencia en dicha población, que constituyó el centro principal de la actividad familiar en la región. Así se mantuvo al menos hasta la muerte de don Gutierre a finales de 1453, cuando el espíritu revanchista del concejo cordobés, muy agraviado por las mercedes concedidas por el rey que habían desgajado varias localidades del norte en favor del Maestre, obligaron a don Alfonso de Sotomayor a conceder una mayor atención a sus dominios cordobeses y trasladar al castillo de Belalcázar su residencia para ejercer una mejor vigilancia de sus dominios y proteger mejor los límites de su Señorío, el cual recientemente había visto perder las villas de Fuenteovejuna y Belmez, cuya recuperación pretendía organizar desde allí (15).
Así pues, una vez contextualizada históricamente la reconstrucción de la fortaleza y sabiendo que la mayor parte de la misma fue ejecutada en poco menos de un año y que la obra fue liderada por el propio don Gutierre y no por su hijo (16), que apenas contaba con 14 años de edad en el momento de su enlace matrimonial, detengámonos a analizar los tres escudos situados en lo más alto de su majestuosa y característica torre del homenaje cilíndrica:
Escudos situados en el exterior de la torre del homenaje del castillo de Puebla de Alcocer. Fotografías de Rafael López Monge
Armas de los Sotomayor: Del conjunto de dos escudos que resultan visibles desde el interior de la fortaleza (orientados al oeste), el de la izquierda, aunque tan erosionado que apenas se ve trazo alguno, se intuye el característico ajedrezado de los Sotomayor. Además, es de suponer que así sea, puesto que se presenta acompañando al de los Zúñiga, como resulta tradicional en todos los monumentos del Condado de Belalcázar tras el enlace de don Alfonso de Sotomayor con doña Elvira de Zúñiga ya acordado en 1446. Por otro lado cabe destacar que el blasón de los Sotomayor no se encuentra representado en ningún otro lugar del recinto, a pesar de ser don Gutierre de Sotomayor el Señor de la Villa y reconstructor del castillo, por lo que su ausencia resultaría sorprendente.
Armas de los Zúñiga: Junto al anterior escudo se encuentra el emblema de la familia Zúñiga, que es, "en plata, una banda de sable y puesta en orla, brochante sobre el todo, una cadena de oro". Este escudo aparece en honor a doña Elvira de Zúñiga, con quien el primogénito de don Gutierre estableció el linaje del que se acabaría convirtiendo en Condado de Belalcázar. La pareja, tal y como se ha comentado, recibió el Señorío de Puebla de Alcocer y su castillo como presente del Maestre por su enlace, por lo que la representación de ambos escudos enmarcados de forma conjunta es del todo lógica.
Armas de los Garcés de Aza: Justo en el lado opuesto de la torre del homenaje, y encarado hacia el este, aparece totalmente aislado un tercer escudo compuesto por tres fajas. Como hemos comentado, fue don Gutierre quien reedificó el castillo y obtuvo la licencia real para hacerlo, por lo que debió ser él personalmente quien supervisase y decidiera el proyecto constructivo, incluyendo la colocación ahí de su otro escudo familiar (y por ende el de su hijo), el de los Garcés de Aza. Así, en este caso el escudo correspondería al linaje proveniente del padre de don Gutierre, don Gil García de Aza, Comendador de la Orden de Alcántara que casó con doña Teresa de Sotomayor.
Cabe destacar que ninguno de los escudos comentados posee corona, por lo que no pueden adscribirse temporalmente a una posible reforma posterior de la fortaleza realizada una vez ya concedida la dignidad condal a la familia.
El encumbramiento familiar como Condes de Belalcázar: Los escudos del convento de Santa Clara de la Columna (Belalcázar)
En el convento de Santa Clara de la Columna, en Belalcázar, tenemos grabado en piedra el árbol genealógico completo de las diferentes Casas que entroncaron en el linaje fundacional del Condado de Belalcázar. Se trata de una representación única que nos transmite una información muy valiosa para conseguir interpretar correctamente la heráldica existente en los primeros años del Condado, además de poseer un precioso simbolismo que a continuación trataremos de explicar.
La fundadora del convento fue doña Elvira de Zúñiga [?-1483], viuda de don Alfonso de Sotomayor, una mujer fuerte y con profundas creencias religiosas que, tras el fallecimiento de su marido en 1464, tomó la decisión de fundar un convento a las afueras de Belalcázar. Este edificio, según consta en la Bula de la fundación concedida por el Papa Sixto IV, en 1476 ya debería encontrarse construido, al menos en la mayoría de sus principales dependencias.
En el convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar se encuentran representados los escudos de las cuatro familias que entroncaron en el linaje fundacional del Condado de Belalcázar: Sotomayor, Zúñiga, Garcés de Aza y Manrique.
Cuando cruzamos la puerta que da acceso a la iglesia del convento, acompañados únicamente por el silencio que llena de solemnidad la estancia, nuestra mirada tiende a elevarse irremediablemente hacia el techo para contemplar la maravillosa bóveda estrellada situada sobre el altar. En el centro de la misma, actuando como clave, destaca el resplandeciente sol allí situado que enmarca el escudo de los Sotomayor. Pero si nos dejamos guiar de nuevo hacia el suelo deslizando nuestra mirada por las nervaduras que forman la bóveda de la iglesia, observamos como en el nacimiento de cada una de ellas se sitúan cuatro escudos sostenidos por ángeles, que identificamos como siguen:
Escudos situados en el nacimiento de las nervaduras de la iglesia del convento de Santa Clara de la Columna que nos muestran las cuatro familias que entroncaron en el linaje fundacional del Condado de Belalcázar. De izquierda a derecha: Sotomayor, Zúñiga, Garcés de Aza y Manrique. Fotografías de Rafael López Monge (Fuente: http://belalcazar-cordoba.blogspot.com/).
Armas de los Sotomayor: En campo de plata tres fajas jaqueladas en cuatro órdenes de oro y gules, cargadas cada una de un filete de sable. En honor al padre de Alfonso de Sotomayor, don Gutierre de Sotomayor, Maestre de la Orden de Alcántara y I Señor de Belalcázar y de Puebla de Alcocer.
Armas de los Zúñiga: En campo de plata, una banda de sable, y en forma de orla una cadena de oro que circunda el escudo. En honor al padre de Elvira de Zúñiga, don Álvaro de Zúñiga, I Duque de Béjar, II Conde de Plasencia, I Conde de Bañares y VIII Señor de Gibraleón.
Armas de los Garcés de Aza: En campo de oro, tres fajas de gules. En honor a la madre de Alfonso de Sotomayor, doña Leonor Daza (o Garcés de Aza). Resulta curiosa la aplicación de los colores que presenta este escudo, el cual invierte las posiciones reales de los mismos, lo que parece corresponder a un error de restauración ocurrido en algún momento a lo largo de la historia –lo mismo ocurre con el de los Sotomayor y el de los Zúñiga, donde se cambia el campo de plata por oro–.
Armas de los Manrique: En gules, dos calderas jaqueladas de oro y sable, en palo, con cuatro cabezas de sierpe saliendo de cada lado de las asas, dos hacia dentro y dos hacia fuera. En honor a la madre de Elvira de Zúñiga, doña Leonor Manrique de Lara y Castilla, biznieta del rey Enrique II de Castilla.
Se encuentran, pues, aquí representados los escudos de las cuatro familias que entroncaron en el linaje fundacional del Condado de Belalcázar, que en un hermoso ejercicio de poesía arquitectónica, convergen en uno solo a través de los nervios que nacen de ellos hasta alcanzar la clave de bóveda, donde se aloja el esplendoroso escudo coronado de los Sotomayor, acolado sobre una cruz flordelisada –que ahora detallaremos– y enmarcado por un sol radiante, símbolo y expresión inequívoca del nacimiento de un nuevo linaje: el de la familia condal de Belalcázar, que es sostenido y encumbrado por las cuatro Casas mencionadas.
Se crea así un precioso simbolismo que nos narra la historia de la fundación de esta nueva casa solariega de los Sotomayor en Belalcázar y de cómo esta, asentada metafóricamente sobre los cuatro escudos familiares que forman su base, se eleva hasta alcanzar la gloria con la dignidad condal concedida por el rey Enrique IV, la cual queda representada por la corona que porta con orgullo el blasón. Asimismo, tal y como apuntábamos previamente, acolado al escudo (en heráldica: puesta detrás, como soporte) se presenta una cruz flordelisada, cuya interpretación se ve en parte dificultada por el marcado ennegrecimiento que actualmente presenta su pigmentación, la cual –con la fotografía como único aliado y sin la existencia conocida de un estudio más detallado que nos permita descubrir su auténtica policromía–, resulta difícil discernir qué color debió lucir originalmente. En cualquier caso, parecen dos las opciones más plausibles, por lo que la distinción que representa la adición de dicha cruz al escudo se interpretaría como sigue:
De ser esta verde, se trataría de la representación de la cruz de la Orden de Alcántara, en lo que deberíamos entender como un reconocimiento al auténtico artífice del encumbramiento de la familia a la primera línea de la nobleza: el Maestre de Alcántara don Gutierre de Sotomayor [1400-1454]. Este caballero, hombre fuerte del reino, fue quien puso las bases para la instauración del linaje con la fundación de sus mayorazgos, y con este gesto, sus descendientes, sabedores que buena parte de lo que poseían –si no todo– les vino por la posición social conseguida durante la posesión del maestrazgo (incluyendo la distinción del título nobiliario de Conde de Belalcázar que poco tiempo después acabaría obteniendo su hijo don Alfonso de Sotomayor) le estarían rindiendo el merecido homenaje.
Por el contrario, de ser la cruz de color roja, se trataría de las armas de los Aza (o Daza) (17), cuyo longevo e histórico linaje entronca en don Alfonso de Sotomayor por doble vía: es heredero del apellido por transmisión directa de su madre Leonor Daza y también ascendiente directo de la varonía principal de esta Casa a través de la familia Garcés (por su padre), pese a que dicho apellido quedase para siempre en segundo plano cuando don Gutierre ordenó por medio de su testamento –tanto a sus hijos como a todos sus descendientes titulares de alguno de los mayorazgos que él había fundado– que "se llamen del apellido o linaje de Sotomayor e traygan sus armas segund e con las señales que las nos tenemos e non bueluan otras armas con ellas" (18). Era consciente, pues, Gutierre que la conservación y simplificación de las señas de identidad del linaje facilitaba el mantenimiento de los derechos anejos a la posesión señorial, y la suya, recién constituida, necesitaba de gran presencia en el territorio para conseguir afianzarse como Señor y que no fuese discutida su posesión. Tal vez por ello, su hijo Alfonso, movido por el interés de ennoblecer si cabe aún más su linaje y de otorgar mayor alcurnia a la estirpe familiar, rescató el escudo de los Aza para sí, combinando ambos con objeto de representar un más elevado estatus social que favoreciera su posicionamiento entre la nobleza y, con ello, el reconocimiento por parte del Rey de la deseada dignidad condal para la familia.
Para salir de dudas acerca de cuál sería la interpretación más verosímil de la cruz, hemos realizado una búsqueda por los territorios del Condado intentando localizar su uso en otras representaciones heráldicas, habiendo detectado un total de tres emplazamientos donde fue colocado este mismo escudo: la casa del Hato en Belalcázar, la ermita de la Virgen del Castillo en Hinojosa del Duque (que en el siguiente capítulo analizaremos con más detalle) y el ya citado convento de Santa Clara de la Columna, el único donde se presenta con la corona condal, pudiendo por lo tanto tratarse este del escudo más antiguo del Condado, entendiéndose tal como el primero que recogió el título nobiliario recibido de Condes de Belalcázar:
Escudos acolados de los Sotomayor y los Aza (o Daza) localizados en (de izquierda a derecha): la Casa del Hato (Belalcázar), la ermita de la Virgen del Castillo (Hinojosa del Duque) y el convento de Santa Clara de la Columna (Belalcázar). Fotografías de Rafael López Monge (http://belalcazar-cordoba.blogspot.com/) y Moisés Vargas Rubio (https://miralospedroches.es/).
Echando un vistazo a los tres, detectamos como el de Hinojosa del Duque es el único que nos muestra la cruz en color (19). De esta forma, si damos verosimilitud a los colores que presenta hoy en día el escudo existente en la ermita de la Virgen del Castillo y nos dejamos guiar por él, quedaría patente que la cruz flordelisada representaría las armas de los Aza (o Daza), puesto que nos muestra una cruz de gules en campo de oro. Se tratarían estos por lo tanto de unos blasones de gran singularidad en la heráldica del Condado, dado que estarían combinando los escudos de las familias Sotomayor y Daza en uno solo, pudiendo interpretarse este tal vez como el escudo personal que emplease don Alfonso de Sotomayor en vida, donde mostraría la inequívoca unión de sus apellidos paterno y materno.
¿Pudo tal vez la cruz y el campo del escudo de Santa Clara de la Columna pintarse de negro con posterioridad a su colocación para así "borrar" estos elementos heráldicos (no haciéndolos apreciables desde la lejanía) y resaltar más el escudo de los Sotomayor con la corona? ¿Pretendió doña Elvira con ello, una vez ya fallecido don Alfonso, simplificar el escudo para sus hijos y transmitir mejor el mensaje de que la dignidad condal recaía solo sobre los descendientes directos del linaje instaurado por ella y su marido? ¿Siguieron con ello el consejo que en su testamento les había dejado don Gutierre? Todas estas son cuestiones y elucubraciones que difícilmente podrán contestarse sin un estudio detallado de la policromía conservada en este escudo y de las diferentes capas que aún puedan existir.
Si damos verosimilitud a los colores que presenta hoy en día el escudo existente en la ermita de la Virgen del Castillo y nos dejamos guiar por él, quedaría patente que la cruz flordelisada representaría las armas de los Aza (o Daza).
Desarrollada esta incógnita y retomando la narración original acerca de las cuatro familias sobre las que se funda el linaje condal de Belalcázar, cabe destacar que, en este caso, al ser Elvira (y no Alfonso) quien lideró el proyecto constructivo del monasterio, se permitió la licencia de incluir el escudo de los Manrique correspondiente a su familia materna, en contra de lo anteriormente representado en la 'Sala de la Reina' del castillo de Belalcázar, donde no aparece. Sea como fuere, esta serie de cuatro emblemas heráldicos se repite también en otras estancias del convento de Santa Clara de la Columna, como es el caso del claustro, donde se encuentran los siguientes escudos esculpidos en los dinteles de las puertas de acceso desde el Patio de los Naranjos a la sala capitular y al nivel superior del claustro:
Escudos situados en los dinteles de las puertas de acceso a la sala capitular y al nivel superior del claustro desde el Patio de los Naranjos del convento de Santa Clara de la Columna. Fotografías de Rafael López Monge (Fuente: http://belalcazar-cordoba.blogspot.com/).
Asimismo, en la sala capitular, también aparecen de forma repetida estos emblemas, con la salvedad que falta el de los Garcés de Aza, que debió desaparecer en algún momento de la historia junto con parte de las techumbres y los cerramientos de esta sala, no habiendo sido posible rescatarlo durante la restauración realizada ya en este siglo que le devolvió la planta original al espacio. En esta sala, además, los escudos no se encuentran tallados, sino pintados sobre la madera, motivo por el que la desaparición en concreto de dicho escudo es una pérdida si cabe mayor, puesto que nos hubiera servido para despejar todas las dudas acerca de los colores originales que poseía y de cuál era el orden correcto de los mismos:
Escudos situados en la sala capitular del convento de Santa Clara de la Columna, donde destaca la ausencia del escudo de los Garcés de Aza, intuyéndose el hueco donde presumiblemente debió estar colocado originalmente. Fotografías de Rafael López Monge (Fuente: http://belalcazar-cordoba.blogspot.com/) y Hermanas Clarisas de Belalcázar, a quienes agradecemos su gentileza y colaboración.
Descendencia y mecenazgo de nuevas obras pías y civiles: Los escudos de la ermita de la Virgen del Castillo y otros en Hinojosa del Duque (Córdoba)
En la localidad de Hinojosa del Duque hallamos un singular escudo en lo que a la heráldica del Condado se refiere. Y es que en uno de sus monumentos sí que podemos encontrar las armas de los Fernández de Córdoba de una forma absolutamente incuestionable. Se trata de la ermita de la Virgen del Castillo. Analicemos los motivos de su colocación allí.
Escudos ubicados en la portada que da acceso a la ermita de la Virgen del Castillo desde la Plaza de la Catedral de Hinojosa del Duque. Fotografías de Rafael López Monge
La ermita de la Virgen del Castillo es un edificio religioso de bella factura interior cuya entrada pasa un tanto desapercibida al ser esta de reducidas dimensiones y encontrarse enclavada entre edificios particulares. En su portada encontramos dos escudos: a la izquierda el de los Sotomayor-Zúñiga, partido, fusionando así los emblemas de ambas familias en uno solo como símbolo de la unión de sus linajes tras ya varias generaciones, y con la corona representativa de la dignidad condal ya adquirida; a la derecha, el de los Fernández de Córdoba, aunque en una versión muy particular e inconfundible. Explicamos el por qué:
Durante la guerra de Granada, el escudo de una de las ramas principales de los Fernández de Córdoba, la de la Casa de Cabra, evolucionó cambiando su aspecto tradicional. Fue Diego Fernández de Córdoba, II conde de Cabra, quien en 1483 logró hacer prisionero al mismísimo Boabdil 'el Chico' en la batalla de Lucena, confiscándole a su ejército las 22 banderas que portaban, lo que incorporó a su escudo heráldico para conmemorar la efeméride, el cual pasó a ser «cortado, con el primer cuartel de oro con tres fajas de gules y el segundo cuartel de plata con un rey levantado vestido con un manto púrpura con forro de armiño, asiendo en su mano diestra una espada de plata, con una cadena al cuello saliente del cantón siniestro del jefe. Bordura de plata con 22 banderas de sable, azur, gules y plata enrolladas en sus astas».
Unos años más tarde, su nieto Luis Fernández de Córdoba, IV conde de Cabra casó con Elvira Fernández de Córdoba, hija del Gran Capitán, adquiriendo con ello los marquesados de Terranova, Sessa y Santángelo. Posteriormente, la hija de ambos, Francisca Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba [1521-1597] se casó en 1542 (20) con Alonso de Zúñiga y Sotomayor [?-1559], quien al morir en 1544 su padre don Francisco de Sotomayor, V conde de Belalcázar, heredó los títulos del mismo, pasando a ser IV marqués de Gibraleón, VI conde de Belalcázar y VI vizconde de la Puebla de Alcocer. De igual forma, su mujer, tras la muerte de su hermano el 3 de diciembre de 1578, heredó todos los títulos de la familia, pasando a ser IV duquesa de Sessa, II duquesa de Baena y VI condesa de Cabra. Este matrimonio, no obstante, no tuvo descendencia, por lo que el linaje iniciado con su unión quedó rápidamente sesgado y los respectivos títulos atesorados volvieron a separarse, pasando, respectivamente, a su hermano y sobrino, no teniendo por lo tanto mayor continuidad la presencia de la casa Fernández de Córdoba en el condado de Belalcázar.
La evolución de los emblemas heráldicos, junto con los pertinentes análisis documentales, genealógicos y arquitectónicos, nos ayudan a circunscribir la época de construcción de cada uno de los monumentos existentes e identificar su mecenazgo.
Tenemos, pues, que el referido escudo tuvo que ser colocado con posterioridad al año 1483 y que durante los años 1544 y 1559 hubo precisamente una condesa consorte de la casa de Cabra –nieta nada menos que del Gran Capitán– administrando el Condado de Belalcázar. ¿Pudo entonces producirse la construcción de la portada de la citada ermita durante su administración como condesa y ser este escudo colocado en su honor? Sabemos que el interior de la ermita es su parte más antigua, y así lo atestiguan los escudos de los Sotomayor y los Zúñiga sin corona condal que decoran su bóveda, lo que situaría su construcción entre los años 1450 y 1464. La portada, por el contrario, es posterior. A falta de documentos que atestigüen la época exacta de su construcción, analicemos las referencias arquitectónicas inmediatas de que disponemos para asignarle una posible cronología.
Durante el s. XVI el arte arquitectónico predominante en nuestro país fue el renacentista, con un periodo inicial de transición desde el gótico muy característico en España y que estuvo presente fundamentalmente durante el primer tercio de siglo, conocido como plateresco. Contemplando la portada de la ermita de la Virgen del Castillo y la de su vecina la iglesia de San Juan Bautista –conocida popularmente como "Catedral de la Sierra"– observamos grandes similitudes estructurales, pese a la aparente sencillez de la primera respecto a la segunda:
Portadas de la ermita de la Virgen del Castillo y de la iglesia de San Juan Bautista, respectivamente. Fotografías: Vértice (Flickr) y Asociación Cívica Hinojosa.
Podemos ver como ambas entradas están formadas por un arco de medio punto con clave resaltada, soportado por pilastras y enmarcado por columnas estriadas con orden compuesto –idénticas en ambas construcciones– sobre un pedestal cajeado que sustentan el entablamiento escultórico. Sobre el mismo, y ya en el segundo cuerpo, se sitúa el conjunto escultórico que preside la portada, coronándose ambos cuerpos con un frontón y la cruz. Resulta por lo tanto intuitiva la adscripción de ambas construcciones a una misma época, siendo tal vez algo más tardía la de la Virgen del Castillo por su mayor sencillez, acercándose así más a parámetros puramente renacentistas.
Adicionalmente, conocemos por la epigrafía existente sobre el friso de la puerta principal de la iglesia de San Juan Bautista que “esta obra se empezó en el año 1539 y se acabó en el año 1571 siendo obrero Carvajal, clérigo”, pero también sabemos que fue levantada y modificada en varios periodos, dado que su gran maestro Hernán Ruiz "el Viejo", a su muerte en 1547, dejó inacabada la obra, no reanudándose su construcción hasta el 1559, cuando fue encomendada a su hijo Hernán Ruiz "el Joven", quién también dirigió las obras hasta su muerte en 1568, siendo finalmente completada en 1571 bajo la dirección de Juan de Ochoa.
Así, sabiendo que la parroquia se quedó inconclusa en 1547 y no se retomó hasta 1559, y que nuestros protagonistas, el VI conde de Belalcázar don Alonso y su mujer doña Francisca Fernández de Córdoba, estuvieron al frente de la administración del condado entre los años 1544 y 1559, podemos concluir, dada la plena coincidencia de fechas, que es altamente probable que durante el parón de las obras de la parroquia, los condes promoviesen la construcción de la portada con la que completar la ermita donde alojar a la Virgen del Castillo. Serían, pues, sus armas las que se encontrarían presidiendo la entrada a la misma y no otras.
A la muerte de don Alonso en 1559, sus estados pasaron a su hermano don Francisco de Zúñiga y Sotomayor [?-1591], IV duque de Béjar y VII Conde de Belalcázar, con cuya entrada en la administración se relanzaron las construcciones pendientes, como la susodicha parroquia de Hinojosa y también la de Belalcázar, que en el mismo año 1559 fue igualmente reedificada, según se infiere de un rótulo que se lee en su capilla bautismal (22).
Por orden, fuente del Pilar de los Llanos, parroquia de San Juan Bautista y convento de la Purísima Concepción en Hinojosa del Duque (Córdoba), donde pueden observarse representaciones heráldicas de los duques de Béjar y condes de Belalcázar. Fotografías: Google.
Asimismo, además de concluir en 1571 la "Catedral de la Sierra" iniciada por su padre, fue este mismo duque quien construyó en la misma población la Fuente del Pilar de los Llanos entre los años 1570 y 1571 y el Convento de la Purísima Concepción, iniciado probablemente a partir de 1573, dejando plasmados sus emblemas heráldicos en todos estos monumentos de estilo marcadamente renacentista, con la particularidad de encontrarse los mismos en orden inverso a como se presentan en los castillos de Belalcázar y Puebla de Alcocer –un siglo más antiguos–, es decir, a la izquierda el de los Zúñiga y a la derecha el de los Sotomayor.
Esta posición preminente de los Zúñiga fue impuesta a Francisco de Sotomayor [?-1544], V conde de Belalcázar y vizconde de Puebla de Alcocer en las capitulaciones matrimoniales firmadas con Teresa de Zúñiga y Guzmán, III duquesa de Béjar, marquesa de Gibraleón y condesa de Bañares, dado que los Zúñiga sobrepasaron en jerarquía nobiliaria a los Sotomayor al ostentar el título de Duques de Béjar. Este hecho distintivo lo comenzamos a ver representado en el palacio renacentista adherido al propio castillo de Belalcázar, mandado edificar por su padre y probablemente concluido con anterioridad a su muerte dadas las largas etapas que en sus últimos años de vida pasó en Belalcázar (23).
Conclusión
Tras analizar los diferentes escudos existentes en construcciones cuyo mecenazgo estuvo encabezado por la familia condal de Belalcázar y que se encuentran diseminados por varias poblaciones, consideramos haber conseguido obtener una imagen global muy esclarecedora de las diferentes épocas constructivas por las que transcurrió el Condado de Belalcázar y sobre quiénes fueron sus promotores.
La evolución de los emblemas heráldicos, junto con los pertinentes análisis documentales, genealógicos y arquitectónicos, nos ayudan a circunscribir la época de construcción de cada uno de los monumentos existentes e identificar su mecenazgo, consiguiendo así otorgarles una cronología más precisa, a la vez que descubrir la evolución del Condado y el carácter que imprimió cada uno de los condes a su territorio. De esta forma, en el presente artículo hemos:
reseñado la existencia de restos cromáticos en el castillo de Belalcázar que nos indican la presencia de los colores dorado y rojo en el escudo con tres fajas situado en la bóveda de la 'Sala de la Reina';
certificado documentalmente la identificación de doña Leonor Daza como madre legal de don Alfonso de Sotomayor y su vínculo sanguíneo con don Gutierre de Sotomayor;
descubierto y probado mediante un estudio genealógico la manifiesta relación existente entre el linaje de los Garcés de Aza (o Daza) que acabó fundando casa solariega en Belalcázar y las ramas de los Garcés que tienen por emblema heráldico «en campo de oro, tres fajas de gules»;
constatado como el citado escudo de tres fajas lo podemos encontrar tanto en el castillo de Belalcázar, como en el de Puebla de Alcocer, correspondiendo estos a los emblemas heráldicos más antiguos existentes en el Condado;
analizado la heráldica existente en el convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar y determinado cómo allí se encuentran representados los escudos de las cuatro familias que entroncaron en el linaje fundacional del Condado de Belalcázar: Sotomayor, Zúñiga, Garcés de Aza y Manrique.
justificado la existencia de las armas de los Fernández de Córdoba en la ermita de la Virgen del Castillo de Hinojosa del Duque debido al mecenazgo de don Alonso de Zúñiga y Sotomayor, VI Conde de Belalcázar y su mujer doña Francisca Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba y, por último,
repasado la heráldica existente en otras construcciones civiles y religiosas diseminadas por el antiguo territorio del Condado de Belalcázar, identificando igualmente la autoría de su mecenazgo a través de la interpretación de las evoluciones heráldicas y la importante información que estos escudos tallados en piedra nos transmiten.
Por todo ello, podemos concluir que el análisis genealógico, heráldico y documental que hemos realizado, reafirmaría nuestra teoría ya publicada de que el linaje fundacional de la familia condal de Belalcázar encuentra su origen en los Garcés de Aza y no en los Fernández de Córdoba, planteándose así la posible necesidad de que este deba ser reescrito para adecuarlo a las nuevas investigaciones y documentación existente.
Consideramos que el argumentario y las conclusiones aquí expuestas resultan interesantes en tanto que permiten un mejor entendimiento de los linajes que confluyeron en la constitución de la familia condal de Belalcázar, lo cual podría ayudar a concretar mejor la cronología constructiva de algunos monumentos del antiguo Condado y de quiénes fueron sus promotores y mecenas, consiguiendo así obtener una interpretación más fiel de los elementos arquitectónicos y de la simbología que encierran al lograr otorgarles un contexto histórico más preciso.
Y acabamos con una reflexión: es algo propio de la Historia estar sometida a revisión, pues con frecuencia aparecen nuevos datos que resultan esclarecedores y obligan a modificar antiguas certidumbres. Es con esta premisa con la que trabajamos, en la búsqueda del conocimiento y no de la razón, puesto que nuestra motivación no es otra más que la de contribuir con nuevos planteamientos que ofrezcan posibles soluciones a algunas incongruencias temporales que hasta la fecha existen en la narrativa del Condado de Belalcázar. Así, publicamos este artículo con el deseo de que incentive la investigación y el debate sobre nuestra Historia local y promueva su difusión, lo cual resultará sin duda edificante para alcanzar entre todos un mejor entendimiento e interpretación de la misma.
Artículo de Javier González Calderón para la Asociación Cultural Turdulia Belalcazarensis.
Bibliografía:
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