La sobrecogedora historia del asesinato del conde de Belalcázar a manos de un torero en 1777
- Asociación Cultural Turdulia Belalcazarensis
- 20 ago
- 4 Min. de lectura
D. Joaquín Chamero Serena, reciente 'Premio Turdulia a la Cultura y las Artes' 2025, nos trae este antiguo romance recuperado, donde se narra la enorme trifulca ocurrida en Belalcázar durante una corrida de toros, con resultado de 45 muertos y 120 heridos, y que supuso la muerte del XV conde de Belalcázar.

El reciente 'Premio Turdulia a la Cultura y las Artes' 2025 y cronista de Belalcázar, D. Joaquín Chamero Serena, nos trae un nuevo e interesante artículo sobre un pasaje muy poco conocido de la localidad, muestra de su incansable voluntad, a sus 85 años, por continuar aportando y recuperando pequeñas páginas de la historia local.
En el artículo que compartimos a continuación, y que también ha sido publicado en la revista de feria de 2025, Joaquín nos acerca un antiguo romance, cuyo último ejemplar recuperó hace algunos años junto a Luis Gómez Sánchez de una librería de Madrid.
El romance nos narra los sucesos que ocurrieron el 20 de junio del año 1777 sobre las 3 de la tarde, con motivo de un festejo taurino al que asistió el XV conde de Belalcázar y duque de Béjar, D. Joaquín Diego López de Zúñiga y Castro Guzmán Sotomayor y Mendoza, acompañado de su séquito y de los regidores del Ayuntamiento de Belalcázar, y durante el cual se desencadenó un sangriento combate entre adictos al conde y partidarios del torero 'Granadino' y su hermano 'Juanico', con resultado de 45 muertos y 120 heridos, incluida la muerte del conde.
De la narración del romance se da a conocer que ese día se celebró una fiesta taurina en la localidad en la que participaban 17 toreros y se iban a lidiar 24 reses. El conde, cuya residencia habitual se encontraba en Madrid, se debía hallar por esas fechas en alguna de sus posesiones de la zona, siendo invitado a tan magno espectáculo, al que acudió acompañado de su séquito, del corregidor, de varios regidores del Ayuntamiento y de su perro alano, quien acabaría por resultar el detonante de toda la historia.
Y es que, al sacar el cuarto toro de la tarde, que entró al albero con gran furia dando muestra de su bravío, el perro del conde, habituado a ir de caza con su amo, saltó a la plaza y amarró con su boca la oreja del toro. Ante el estupor de todos, el Granadino tuvo que salir al encuentro de ambos y se arriesgó, estoque en mano, a deshacer el agarrón, golpeando por dos veces al perro hasta conseguir que soltara a la res. De nada sirvió, ya que el perro apresó entonces al morlaco del hocico, enfureciéndole aún más y embistiendo al torero, quien viéndose en peligro, mató al toro y al perro de una estocada. Este acto enardeció al conde, que saltando también a la plaza con fuego en los ojos, se enfrentó al torero espada en mano por haber dado muerte a su perro.

De nada le valió al Granadino argumentar su desconocimiento sobre quién era el propietario del can, ni tampoco su imploración de perdón, ya que el conde, enfurecido, le asestó tal golpe con su espada, que le abrió la cabeza en dos. Fue entonces cuando, el hermano menor del torero, Juanico, lleno de cólera por la muerte de su hermano, saltó igualmente al ruedo, y de una iracunda cuchillada dio muerte al conde. Estos hechos encendieron al pueblo, haciendo saltar a unos y a otros al ruedo. De un lado, el séquito y los regidores, que lo hicieron en defensa de su señor conde, y del otro, la cuadrilla y simpatizantes de los toreros, formándose tal alboroto que se enzarzaron en una sangrienta lucha entre ellos. Viendo el corregidor que no había forma de aplacar la pelea, mandó soltar los toros sobrantes para que la multitud se dispersara, pero lejos de contribuir a dar solución al entuerto, hizo aumentar aún más las muertes de los combatientes.
El balance fue nada menos que de 45 muertos y 120 heridos. Ahora bien, si estos hechos fueron magnificados o parcialmente fantaseados por el autor del romance, no lo podemos verificar, pero lo que sí resulta comprobable a través de la historia es que la muerte del conde sucedió poco después de este funesto suceso, concretamente el 10 de octubre de ese mismo año 1777, a los 63 años de edad. Si fue consecuencia o no de las graves heridas sufridas durante el episodio de la corrida de toros, lo dejamos a la libre creencia e interpretación de cada uno.
Aquí os dejamos íntegro tanto el artículo de Joaquín como el romance para su lectura. Esperamos que sea de vuestro interés.
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